viernes, 10 de septiembre de 2010

Oda al gato!

De: Pablo Neruda.




Los animales fueron imperfectos,
largos de cola,
tirstes de cabeza.

Poco a poco se fueron componiendo,
haciendose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.

El gato,
sólo el gato
apareció completo y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad como él,
no tienen la luna ni la flor tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil
es como la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola  ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño emprerador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigure de salón, nupcial
de las tejas eróticas
el viento del amor en la interperie
reclamas cuando pasas
y posas cuatro pies delicados en el suelo,
oliendo, desconfiado de todo lo terrestre,
porque todo es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente de la casa,
arrogante vestigio de la noche,
perezoso gimnástico y ajeno,
profundisimo gato,
policía secreta de las habitaciones,
insignia de un desaparecido terciopelo,
seguramente no hay enigma en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas, discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculabre,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

pf.




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